domingo, 5 de abril de 2009

Cuando Yo Sea Presidente


QUÉ ENGORROSO y hasta desesperante resulta para los habitantes de cualquier municipio acudir a plantear algún asunto de interés colectivo, o personal por qué no decirlo a las presidencias y toparse con que el alcalde en turno lleva horas metido en su oficina dizque en una “reunión” (que no sesión de cabildo) con sus compañeros ediles o su tesorero, su secretario del ayuntamiento, sus directores o porque no decirlo con su secretaria a quien “le dicta” algunos “trabajos” a realizar.
Peor tantito, cuando saben las personas que hacen turno en la antesala, que el “siñor alcaldi” está atendiendo a algún contribuyentes, llámese hombre o mujer, sólo o acompañados, mismos que no fueron a lo que iban, sino a platicarle a la primera autoridad, su vida o sus vidas desde el pipi hasta el piopo como dijera mi abuela, ¡Qué bárbaros!. Y es que es increíble que ni al alcalde ni a los que están con él adentro de presidencia se pongan a pensar que hay más contribuyentes afuera, esperando turno para pasar a dialogar con él.
Ni sudan ni se acongojan, ni unos ni otro (s), les vale, les importa una pura y dos con sal. “Si quieren que se esperen y si no que se larguen”, alguna ocasión hemos escuchado, ya afuera de presidencias, tal frase de quienes conversaron con el primer edil, mismo a quien seguramente fueron a adular, a decirle que era el más guapo o la más bonita; el más inteligente; el más capaz; el más chambeador; el que más ha hecho o trabajado por el municipio.
¿Y todo por qué?, simple, fueron por un objetivo, platicaron su problema y una vez que conmovieron al alcalde de todos los habitantes de equis o ye municipio (que no de él o ella que lo entretuvieron o quitaron el tiempo que también es de los demás contribuyentes), pues les favoreció y se retiraron satisfechos a sus casitas, sin importar que los demás hayan estado esperando horas y horas afuera de la presidencia, mientras esos quitatiempos, lisonjeros y/o convenencieros hasta almorranas les salieron al estar horas enteras charlando con su amiga o amigo el presidente municipal, con quien hasta un cafecito o refresquito se tomaron.
¡Ahhh!... pero si yo fuera Presidente Municipal, otro gallo les cantaría, se los aseguro, verdad de Dios. Esas anómalas situaciones se acabarían, se los juro y requeteperjuro y ¿saben por qué se los digo?, pues simple, lo he vivido en carne propia y se los juro que es desesperante estar horas y horas esperando a que el “siñor alcaldi” me atienda y luego para colmo entras y te dice: “rápido porque ya voy de salida, que deseas”….¡chin….!, imagínese, tanto esperar para que tu alcalde te salga con tal batea de babas, prácticamente a mí o a cualquiera nos cortan las alas, nos cortan la inspiración y, o una de dos, le dices a lo que ibas pero ya no inspirado o de plano mejor te das la media vuelta y le espetas que hay para otra ocasión que tenga el suficiente tiempo regresarás...casi casi por tus adentros refrescándosela verdad?
Y mire caro lector que esto no nada más sucede con los alcaldes en turno, sino igualmente con los síndicos o regidores que también se dan su importancia, esos que ahora resulta que eran profesionistas y no lo sabíamos en un pueblo tan pequeño, enterándonos porque ahora, de la noche a la mañana aparecen en sus escritorios esas tablitas de vidrio, madera o plástico a las que les llaman personificadores y en donde se anuncian como los señores profesionistas ahora metidos a algún cargo público, mismos a quienes ahora se les olvida que antes, cuando anduvieron mendingando el voto hasta a la casa de todos y cada uno de nosotros a donde iban, tenían tiempo pues. No oían, escuchaban; no veían a los ojos, te observaban enterito y te llegaron a decir que con él o ella las cosas cambiarían llegando a la alcaldía, y nada más falso que tal versión ¿verdad?.
Cuando yo sea Presidente, les garantizo que eso se termina, pondré las cosas en su lugar. De entrada, las reunioncitas con mis compañeros de comuna serían por las tardes/noches (si es que no tengo que ir a Xalapa a arreglar algún asunto de gestión o al llamado de los dioses del Olimpo); dedicaría no uno, sino 2 días a la semana, sábados y miércoles de 9 a 3 de la tarde para atender a la ciudadanía, que debidamente sentados en los bajos del palacio municipal, desde luego asistido por mis más cercanos colaboradores para que les den una ficha y hasta un refresquito o una botellita de agua a los pobladores y vayan pasando conforme a su turno, no sólo conmigo, sino con el síndico, regidor o director del área correspondiente a plantear y solucionar el asunto, ya que se delegan responsabilidades y por lo tanto tienen que cumplirlas los empleados del pueblo, pues para eso se nos pagaría con los dineros del pueblo y para el pueblo.
Ahora bien, si Juana o Chon van a verme directamente en tales días asignados o en los subsecuentes a atender a la ciudadanía (que no “suidadanía” como dijera y aún considero dice por ahí un ex alcalde que nunca aprendió el pobrecito a pronunciar correctamente ciudadanía, ni ciudad tampoco porque decía y quiero pensar que aún dice “suidá”), se los juro por mi madre que lo primero que les diría, respetuosamente después de la salutación verbal y de manos que se estila, que al grano.
Sí, al grano, así como lo lee, simple y sencillamente porque hay más gente esperando. Les escucharía y les observaría, si está en mis manos al momento trataría de resolverles su problema o por lo menos decirles que tal petición sería canalizada para su aprobación o no, pero jamás les engañaría, jamás les haría dar vueltas y vueltas como lo estilan los alcaldes, el de usted, el mío, el de quien sea y de donde sea; no se vale pues que se le tome el pelo al contribuyente. Y si alguien empezaría a adularme o a querer platicarme su vida o sus vidas, muy inteligentemente, sin que se notara pues y a fin de que no se ofendieran, daría por terminada la charla y ordenaría la entrada de la siguiente persona o personas de las que también sus tiempos valen oro, como el de Usted y el mío.
¿Entonces para que te alquilas?. Alguien en estos momentos que me lee podría refutarme si me tuviera enfrente, y quizás tenga razón, pero estamos hablando aquí o dando a entender que no es bueno quitar el tiempo, un tiempo que debe ser equilibrado, razonado y dado a todos en forma equitativa y no inequitativa como la mayor partes de las ocasiones sucede y en donde no entran en razón ni una ni otra de las partes, unos porque para lograr objetivos caen en la barbería, lambisconería o chacoteo y los otros porque les endulza el alma el saber que son dizque los más chingones del universo.
Evitaría, si yo fuera Presidente, esos sinsabores que se llevan a sus casas las gentes de sus alcaldes; igual y a lo mejor dedicaría algún otro día de la semana, por la tarde/noche, para visitar a los habitantes de alguna comunidad y escuchar sus demandas con el objeto de irlas desahogando, resolviéndoselas pues. Y respecto al dictarle a mi guapa, inteligente y buenísima secretaria, que seguramente lo estaría, tipo Dorismar, no olvidando que es grato llegar a una dependencia y toparse con una ricota como dijera el Tunco Maclovich, pues a lo mejor lo haría más inteligentemente, en otro lugar y no en la presidencia. A qué la canción, así las cosas, esta es la puritita verdad.
Que quede claro, nace este texto en columna, tras las impresiones de personas que he recogido en los últimos 22 años, ya que trienio tras trienio se repite la historia. No son elucubraciones; quizás algunos tildarán el comentario aquí de sueño guajiro o chaquetas mentales como dice la palomilla, más no es así, considero que sí se puede siempre y cuando haya voluntad y sensibilidad política, comprensión tanto de un extremo como del otro. De cristalizar, las cosas cambiarían para bien de la colectividad en general, se alcanzaría el progreso y no se perdería tanto tiempo en boberías. ¿No cree Usted carísimo lector?.
Nos vemos en la próxima entrega; ¿va en serio ehh?, seguiré soñando propositivamente para cuando yo sea Presidente. Y por favor, no me llamen un loco soñador. ¡¡¡Abuurrrrrrr!!!.

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